Calidad Emocional, una variable a tener en cuenta en la gestión de recursos humanos

Trabajar la calidad emocional en la organización y crecer a través de la comunicación conseguirá que los empleados se sientan valorados

Contemplar la calidad emocional en las estrategias de gestión de los recursos humanos

Cuántas veces hemos oído eso de “aquí se viene llorado de casa”. Como si las emociones y sentimientos se pudieran dejar en la puerta de la oficina y recogerlos al salir, junto con el paraguas. La calidad emocional es una variable que, cada vez más, debe ser tenida en cuenta por los empresas e interiorizada en las acciones que despliegue el equipo de recursos humanos.

Por suerte, ya estamos empezando a entender que las emociones son parte de nuestra vida, de la personal y de la laboral, porque el ser humano es un ser eminentemente emocional. Las decisiones que tomamos cada día están influenciadas por las emociones. No importa cómo de racionales nos creamos, nuestros cerebros límbico y reptiliano toman decisiones a diario, antes si quiera de que el neocortex, nuestro cerebro racional, sea consciente.

Más del 90% de nuestras decisiones diarias son emocionales. Otra cosa es que luego las justifiquemos racionalmente.

Eso hace que nuestras emociones impacten en cómo nos relacionamos en la oficina, en cómo trabajamos en equipo, en cómo gestionamos áreas e incluso cómo de creativos somos. Y ni siquiera ese impacto es estable a lo largo del tiempo. No nos relacionamos igual si un día venimos “cruzados” de casa. No somos igual de productivos si tenemos una situación complicada que nos tiene la cabeza ocupada. No somos igual de eficientes trabajando en un equipo en el que nos sentimos valorados o liderando un grupo de personas que percibimos que no nos respeta.

Así que intentar no comprender y aceptar las emociones en una organización es dejarnos fuera gran parte de la valía profesional de nuestra gente y nuestros equipos.

Por eso es importante trabajar la calidad emocional. Entender qué ocurre a nivel emocional con las personas de la organización con respecto a sus colegas, a sus superiores, incluso a la empresa y marca para la que trabaja, puede suponer una gran diferencia.

Y más en momentos como los que vivimos. No hay organización, ni sector, ni industria que no se haya visto de una u otra forma, afectada por esta pandemia. Y la única forma a día de hoy de recuperarse una empresa, es que se recuperen las personas que la conforman. Y esa recuperación en estos momentos, es eminentemente emocional, sin duda.

Por eso hoy es más importante que nunca poner a la persona en el centro. Escucharla, entenderla, acompañarla. Y sobre todo hacerla sentir parte del proyecto y de su recuperación.

Todos esos elementos van a ser clave en las organizaciones del futuro y merece la pena entender qué papel juega cada uno de ellos en el bienestar emocional de los equipos.

La comunicación:

La comunicación es hoy en día la mejor vacuna contra la incertidumbre. Pero la comunicación de verdad, la que es honesta y transparente. Pero sobre todo la que escucha y entiende. Las personas queremos sentirnos escuchadas porque nos ayuda a sentirnos parte del proyecto. Y cuando nos sentimos parte de un proyecto nos entregamos y comprometemos con él.

Por eso es tan importante tener un canal de comunicación abierto, cercano y cotidiano, que nos permita escuchar y pulsar esa calidad emocional que afecta al rendimiento de toda una organización.

El sentir que importamos como personas, no sólo como empleados:

Este sentimiento siempre ha sido importante. Pero hoy más que nunca. La situación tan compleja que hemos vivido a nivel mundial ha hecho que individualmente nos hayamos sentido más vulnerables que nunca. Por eso aquellas organizaciones que han sido capaces de acercarse a la persona incluso en los momentos más delicados, acompañarla y compartir sus miedos e incertidumbres, han salido reforzadas. Y esas personas que ahora vuelven a luchar por una recuperación, lo hacen con más ganas y con más compromiso con el proyecto.

Apoyar y acompañar a la persona son pilares importantes para mejorar el “engagement” con la organización. Y desde luego para conseguir un compromiso a medio y largo plazo de nuestros colaboradores. Encontrar un canal que nos permita que se sientan acompañados en situaciones complejas, incluso aquellas que no estén relacionadas con su entorno laboral, es esencial si queremos que su implicación sea sostenible.

El crecimiento:

Otro pilar básico del bienestar emocional de una persona en una organización es sentir que lo que hace tiene un sentido, que trasciende y que, además nos hace crecer como personas y como profesionales. El apoyo en ese crecimiento y la formación constante son aspectos que a día de hoy cualquier empleado valora como definitivos a la hora de estar satisfechos con la empresa para la que trabajan.

Trabajar la calidad emocional en la organización:

Recuerdo haber escuchado hace ya algunos años la frase “qué bien que entre en el comité de dirección una mujer, así tendremos una parte emocional”. Miré a todos aquellos hombres pensando en qué momento pensaban que ellos eran más racionales que yo. Puede que culturalmente nosotras expresemos más nuestras emociones, pero en aquella sala había emociones de todo tipo, como en cualquier sala donde se reúnan seres humanos, sean ellas o ellos.

Por eso es tan importante trabajar ese balance de emociones de los individuos, de los managers, de los equipos… Porque queramos o no, el gestionar esa calidad emocional, el saber dónde estamos más fuertes y dónde hay áreas de mejora nos puede ayudar a mejorar muchos aspectos de una empresa: su servicio al cliente, la potencia de sus campañas de marketing, sus estrategias de recursos humanos… y a medio y largo plazo, su reputación y su sostenibilidad.

Así que es importante medir esa calidad emocional, sensibilizar, formar y desarrollar ese bienestar para poder establecer planes estratégicos que tengan un reflejo directo en la cuenta de resultados.

No son todos los que están, pero sí están todos los que son. Es verdad que hay más aspectos a tener en cuenta, pero estos afectan directamente a cómo nos sentimos en nuestro trabajo y, por lo tanto, a cómo de felices somos en él. Y ya sabemos que una persona que es feliz con lo que hace es hasta un 23% más feliz que cuando no lo es.

Por todo ello, entender que en el entorno laboral las emociones juegan un papel fundamental, y que entenderlas, medirlas y gestionarlas nos hace mejores profesionales y construye mejores y más eficientes organizaciones, ha de formar parte de los planes estratégicos de cualquier organización.

Y sí, a la empresa se viene llorado. Porque aquí a lo que se viene es a disfrutar y a crecer emocional, personal y profesionalmente hablando. Y eso repercute en los resultados de cualquier organización.

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